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Manchmal flüstert das Chaos leise, und manchmal brüllt es dir direkt ins Ohr. Diesmal war es ein säuselndes Gerücht auf der Geburtstagsparty von KOLOSS Skateboards, das mich aus meiner trunkenen Euphorie riss: eine Veranstaltung in der B-Side am Hafen, von der ich bis dato nichts wusste – vielleicht, weil sie den Göttern der Facebook-Algorithmen gleichgültig sind. Mein Bierpegel war hoch, mein Entdeckerdrang höher. Das alte Nokia-Klapphandy mit Fotofunktion in der Tasche, schwang ich mich aufs Rad und rauschte ins Unbekannte.
Die neue B-Side ist eine Offenbarung. Ein Veranstaltungsort, der wie eine warme Umarmung für jeden Subkultur-Liebhaber wirkt. Knaller Außenbereich, riesige Bühne, ein Soundsystem, das die Seele massiert – und das alles für einen Spenden-Eintritt. Das Hansa für 2,50 Euro? Eine Liebeserklärung an den einfachen Mann.
Die erste Band hatte ich verpasst. Mein Schicksal, immer ein bisschen zu spät zu kommen. Doch dann: Faul aus Spanien. Und verdammt, diese Band allein war die Reise wert. Ihre Energie traf wie ein elektrischer Schlag. Schon mit dem ersten Song „Don’t Trust the Fear“ war klar, dass wir hier nicht nur einen Gig, sondern einen verdammten Exorzismus erleben würden.
Faul sind Meister des Punkrock. Kein überflüssiger Firlefanz, keine Attitüde, die den Kern verwässert. Es war pure, rohe Musik, die sich in die Gehörgänge fräste und den Verstand in Flammen setzte. Der Pit tobte, eine chaotische Choreografie aus Zorn und Freude. Die Songs – „Slaves“, „Braun“, „Hau mir ab“ – schossen wie Geschosse ins Publikum. Und Faul lieferte nicht nur ab, sie feierten mit. Ihre Präsenz auf der Bühne war mitreißend, fast hypnotisch. Diese Band weiß, wie man eine Verbindung schafft – zwischen Künstler und Publikum, zwischen Adrenalin und Ekstase.
Dann kam die Zugabe, „Touch me again“, als würde die Band sagen: *Hier, noch ein Schlag in die Fresse, bevor wir gehen.* Es war das Finale eines Auftritts, der nicht nur überzeugte, sondern ein Statement setzte: Faul gehört auf die Bühnen dieser Welt – und zwar auf die großen.
Ich werde Fault nicht so schnell vergessen. Und wenn sie wiederkommen, bin ich da. Dieses Mal vielleicht sogar pünktlich…. 😘
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A veces el caos susurra, y otras veces te grita directamente al oído. Esta vez fue un rumor suave en la fiesta de cumpleaños de Koloss lo que me sacó de mi euforia etílica: un evento secreto en la B-Side, junto al puerto, del que no tenía ni idea. Quizás porque soy indiferente a los dioses de los algoritmos de Facebook. Mi nivel de cerveza estaba alto, pero mi impulso de exploración era aún mayor. Con mi viejo móvil Nokia con cámara en el bolsillo, me subí a la bicicleta y me lancé a lo desconocido.
La B-Side es una revelación. Un lugar de eventos que se siente como un abrazo cálido para cualquier amante de la subcultura. Un área al aire libre impresionante, un escenario gigantesco, un sistema de sonido que acaricia el alma, y todo por una entrada basada en donaciones. ¿La cerveza Hansa por 2,50 euros? Una declaración de amor al hombre común.
Me perdí la primera banda. Mi destino, siempre llegar un poco tarde. Pero luego llegó Faul, desde España. Y, maldita sea, esta banda por sí sola justificaba el viaje. Su energía fue como una descarga eléctrica. Desde la primera canción, “Don’t Trust the Fear”, quedó claro que esto no era solo un concierto, sino un auténtico exorcismo.
Faul son maestros del punkrock. Sin adornos innecesarios, sin actitudes que diluyan la esencia. Era música pura, cruda, que se metía en los oídos y prendía fuego a la mente. El público se volvió loco, una coreografía caótica de furia y alegría. Las canciones –“Slaves”, “Braun”, “Hau mir ab”– fueron disparadas como proyectiles hacia la audiencia. Y Faul no solo cumplió, sino que celebró con nosotros. Su presencia en el escenario era cautivadora, casi hipnótica. Esta banda sabe cómo crear una conexión: entre artista y público, entre adrenalina y éxtasis.
Y luego llegó el bis, “Touch me again”, como si la banda dijera: *Aquí va otro golpe en la cara antes de irnos.* Fue el cierre de una actuación que no solo convenció, sino que dejó claro un mensaje: Faul pertenece a los grandes escenarios del mundo.
No olvidaré a Fault tan fácilmente. Y cuando vuelvan, estaré allí. Quizás esta vez incluso llegue a tiempo.😘😎🤩